jueves, 15 de marzo de 2007

EL BALCON

Miles de veces he visto la cordillera al amanecer, pero como la vi. hoy es diferente. Estaba azul y sus crestas estaban rojas detrás el cielo era verde, casi como un lago invertido. En estos pedazos de tiempo es bueno descargarse y dejar que la brisa se vaya con todos los recuerdos. La noche anterior la Sandra me preguntaba que pasaría si la gravedad no existiera, y si ese momento en que estábamos sentados en la orilla del balcón fuera eterno y pudiéramos flotar de una vez por todas. Adentro la fiesta de la Universidad estaba en su clímax. El DJ se había lanzado con la parte fuerte de sus discos y Nine Ich Nails sonaba con una mezcla de trance magnético y metálico. El Rafa que estaba encargado del quiosco, se quejaba de que no había podido bailar en toda la noche y que a su mina seguro ya se la habían comido. Las luces eran efectos caseros de papel mache y acrílicos de color. Gracias a que el Marcelo se había conseguido una estroboscopica, el ambiente estaba mas colorido. La pantalla gigante era una sabana del Negro y el Ferna se había puesto a mostrar sus trabajos de taller al ritmo de la música, con una proyectara de diapositivas que nos pelamos del laboratorio de Fotografía. Sin embargo la noche se había estancado, desde que me acerque a la parte de la cornisa y vi a la Sandra sentada en la orilla a 7 pisos del suelo con una chela en la mano y un cigarro en la otra y sin ningún atisbo de mantener el equilibrio. Que me preocupaba mas ¿perderla? O seguirla en su intento vago de volar. Ahora sentado a su lado veía el motivo de su hipnótica mirada. Abajo en la calle estaba la lluvia que se trenzaba intermitente con el frió. Y el reflejo de las luces que salían por la ventana del edificio, les daba un carácter mágico a los árboles de la calle. En realidad era bonito, común, pero bonito y el verlo desde esta perspectiva le daba la razón a la Sandra acerca de ser parte del cuento. – Te imaginas Thiki, estar como una postal eterna- me decía, - Ser parte por un segundo de esa belleza etérea de la calle- y miraba. En todos los meses que había sido pareja de la Sandra ninguna vez se había mostrado participe de las señales etéreas, para ella todo estaba dentro de un patrón marcado y ordenado, y todo debía marchar dentro de los esquemas que ella planteaba. Debe haber sido que su padre era militar y que en su casa se respiraba orden y marcialismo, pero tampoco nunca supe porque se fijo en mí. Un ser salido de las catacumbas, o de una depresión mal cuidada. Pero esa noche comprendí que su orden era su celda y que de alguna forma había encontrado una forma de evadirse de su realidad. Ahora entendía yo también por que me había fijado en ella siendo tan distinta, ese dejo de tristeza que manejaban sus ojos me daba la seguridad de que en esa piel blanca y pulida había una musa que podía inspirar momentos como este. En realidad, por un instante, mi vértigo pasó al olvido y de un paso quede colgando del balcón agarrado de una mano y sin dejar de mirar hacia abajo, estaba cumpliendo el sueño de la Sandra. Mi cuerpo no pesaba nada y me parecía que la brisa se lo llevaba todo al demonio. Al mirar hacia arriba vi la mano de la Sandra y su cara de espanto. Me quede entonces pegado en su cara blanca y marcada pro ese pelo negro y liso.- Que linda se ve tu tristeza desde acá, tus ojos llorosos y tus labios rojos- . –Sube huevon…que haces ahí!!!- la voz del Negro me despertó, y le lance la mano que me quedaba libre para volver a la realidad. –¡¡¡No vuelvas a hacer eso imbecil!!!...¿quieres que me muera de pena? En realidad la Sandra tenía razón, aunque si le hubiera dicho que lo haría mil veces por ver esos ojos llorosos, creo que me habría empujado denuevo…