miércoles, 30 de mayo de 2012
martes, 15 de mayo de 2012
lunes, 14 de mayo de 2012
Dios es punky
El juntarme con mi mejor amigo de la infancia,
es un hecho que se da muy pocas veces. Desde niños jugamos y crecimos en el
barrio Bogotá y el barrio Franklin. Recorriendo el persa Biobío en busca de
casetes y discos de nuestros grupos punkies favoritos. Armando bandas y tocatas
en garajes los días domingo, entre Victoria y Maule, amplificando guitarras
eléctricas hechizas solo con un par de radios. Asi pasamos nuestra adolescencia
hasta que el destino nos separo y después de la Universidad y diferentes
carreras. El se fue a Canadá y yo me quede acá en el viejo barrio. La
oportunidad de vernos después de tantos años surgió de un viaje a ver a su
familia a Chile. Nos juntamos y recorrimos nuestra infancia mientras
caminábamos por Bellavista. Después de pedir un par de cervezas de litro en un
bar de Santa Filomena, mientras nos perdíamos en los recuerdos, una figura
asomo al lado de la mesa. Soy Dios nos dijo con voz desgastada y debo tomarme
una de sus “chelas”. Acto seguido tomo la botella y se la empino al
seco…”Tendrán suerte toda su vida hijos míos”, dijo este espejismo con largos
cabellos y barba desordenada…Luego de esto se fue caminando y cantando por
Bellavista…Nunca supimos si era una revelación o un chiste, o producto de
nuestro estado etílico, pero la imagen no se borra de las sombras de esa
calle…Dios es punky…Salud…
Al último minuto
Al último
minuto, la entrega del proyecto, estaba lista, pero nuestra naturaleza siempre deja un detalle para que recordemos
que nada es perfecto. Se acabaron las etiquetas para Cd, y mi jefe, ni siquiera
miro el proyecto. -Héctor, tienes 10 minutos para encontrar etiquetas, tengo que
entregar esto en 20 minutos- dijo. Y yo, me
hice humo desde el edificio. Me gusta trabajar ahí porque está el parque
forestal al frente. El Museo le da ese aire misterioso de cuento de hadas
urbano. Pero debía correr e indagar en mis recuerdos, la librería más cercana.
Doble por Santo Domingo en una tarde inusual de Agosto. 28 grados y yo con
chaqueta y corbata, por este centro atochado de gente hambrienta de comer a esa hora. Me acorde de Huérfanos, así
que corte por la Plaza de Armas, pero no era la misma, estaba vacía, cuando me
di cuenta, levante mas la vista y me vi rodeado de mucha gente que hacia
perímetro y se ría …Al fondo por Huérfanos dos figuras coloridas corrían hacia
mí, casi a la misma velocidad. No puede ser, justo ahora, bueno habrá que
improvisar. Cuando el payazo llego y me abrazo con fuerza lo abrace también, di
una vuelta y zafé, luego la payasita se lanzo sobre mí, baile 5 segundos con
ella y entre aplausos seguí mi loca carrera. Encontré la librería, escondida
entre los pasajes y compre las
etiquetas. Corrí de vuelta y llegue hasta donde mi jefe. -Justo a tiempo
Héctor, me iba retirando a la reunión, pero, que tienes en la cara…Un beso
gigante y rojo-. No pude explicar mi largo camino para llegar a esas etiquetas,
pero el beso que me dejo la payasita, me explico él porque la gente seguía
sonriendo, cuando iba ya de vuelta.
lunes, 7 de mayo de 2012
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